A un mes de asumir la presidencia del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional, Ma. Sara Rocha Medina no levanta el entusiasmo de nadie en el otrora “partidazo”.
Ni los simpatizantes ni los militantes se acercan ni tantito al vetusto edificio priista de la avenida Luis Donaldo Colosio.
Salvo los funcionarios municipales de la capital, nadie más se para por esos lares.
En tan ignominioso el presente para los “revolucionarios” que, en dos ocasiones, no lograron reunir a las y los 60 integrantes de la Comisión Permanente del Consejo Político Estatal.
Las frustradas sesiones derivaron en plática motivacional en la que, entre ellos, no más de 20, refrendaron su absoluta convicción de que el PRI está más vivo que nunca.
El primer priista del estado, el alcalde capitalino, Enrique Francisco Galindo Ceballos hizo lo que pudo y envió a sus principales colaboradores, pero ni así alcanzaron el quórum de la mitad más uno.
El Revolucionario Institucional está convertido en el club del edil porque no le siguen los Consejeros que, por alguna razón, hicieron caso omiso a dos convocatorias del “máximo órgano de dirección” del partido.
Penoso lo que sucede en un tricolor al que ni sus seguidores toman en cuenta.
El mensaje es claro para Rocha Medina: no la aceptan como dirigente.
Ella no levanta el vuelo y entre tanto, el Comité Ejecutivo Nacional que encabeza el impresentable Alejandro Moreno Cárdenas, continúa retrasando la resolución de las impugnaciones presentadas en contra de la elección de Sara Rocha.
Un contraste para dimensionar el lapidario presente priista.
El pasado domingo, en la plaza de Armas, la cuarta transformación instaló una mesa por la consulta pública que se emprendió para el diseño del Proyecto de Nación 2024: había más morenistas y gente votando que en las frustradas sesiones de la Comisión Permanente del PRI.
De ese tamaño la debacle de ese instituto político.
Pero para las y los priistas instalados en el Comité su realidad importa poco menos que nada y creen que van muy bien.
