Una atrocidad en la Capital del Sí

Hay eventos violentos que conmueven e indignan en extremo.

Y más cuando estamos en esos días en que las autoridades rinden informes de su gestión anual, en los que no se habla de lo malo y mucho menos, de aquello que se define como atrocidades.

Solo se expone lo pretendidamente positivo, eso que de manera rimbombante llaman buenas noticias. Lo que no entra en esa concepción se deja en un silencio sepulcral.

En la Delegación Municipal de La Pila, en la Capital del Sí, fueron abatidas a tiros una madre y su hijo; ella de 26 años y el niño de apenas 6 añitos. La tercera víctima, un cuñado de la señora victimada.

El crimen es una atrocidad más que se comete en una ola de violencia que no cesa en el municipio en el que quienes gobiernan, tienen como uno de sus lemas, “servir y proteger”.

Medio día después de la tragedia, el alcalde Enrique Francisco Galindo Ceballos encabezó una ceremonia en la que entregó apoyos y reconocimientos a policías “por cuidarnos y mantener el orden”.

Cosas como esas solo ocurren en la Capital del Sí, donde premian a policías horas después de que se cometió una atrocidad como el homicidio múltiple de tres integrantes de una familia en plena vía pública.

Los premian por “mantener el orden” en una ciudad donde el lunes hubo cuatro víctimas de homicidio doloso.

El presidente municipal no hizo ninguna referencia a esos crímenes ocurridos en el día en que el gobernador José Ricardo Gallardo Cardona daba su mensaje por el primer informe de gobierno.

En once meses de estadística formal, desde el inicio del gobierno que creó la PoliSía, sumaban 225 víctimas de homicidio.

El dato seguramente no será parte del informe del edil a realizarse este miércoles. Para ese tipo de incidentes está la página roja de los periódicos, eso no cabe en los informes.

Ese tipo de incidentes, echa por tierra cualquier discurso de las autoridades en el sentido de que se combate a la delincuencia.

El asesinato de madre e hijo, también revela que entre los criminales no existe límite alguno; se han deshumanizado al punto de que pueden acabar con la vida de un niño sin que les tiemble la mano.

La violencia, está alcanzando niveles de brutalidad inconcebible, esa es la grotesca realidad.

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