La LXIII Legislatura del Congreso del Estado tiene un reto a cumplir: no repetir la patética historia que escribieron sus antecesores.
Congreso Calificado, una organización de la sociedad civil, viene realizando una evaluación trimestral al desempeño de las y los diputados desde hace una década.
Ayer, un día después del fin de la LXII Legislatura, se dio a conocer la décimo segunda evaluación y con ello, resultados finales sobre el desempeño legislativo. La calificación promedio de los tres años de gestión, fue de 3.17, sobre 10.
Es decir, la LXII Legislatura salió reprobada.
No es novedad. Desde que se realizó la primera evaluación, la mayoría obtuvo calificaciones reprobatorias en lo individual y eso se repitió invariablemente trimestre a trimestre.
En cada evaluación, no eran más de cinco diputadas y diputados que alcanzaban un seis de calificación, el resto estaba por debajo del cinco y había varios que incluso obtenían calificación por debajo del cero.
Al promediarse al conjunto de la legislatura, la calificación fue de 3.17.
La LXIII Legislatura arrancó su ejercicio legislativo por la mañana de ayer y no sería mucho pedirles que no se vuelva a repetir el fenómeno de los reprobados.
El primer reto es elevar la productividad en el desempeño, lo cual exige trabajo permanente. La anterior legislatura acumuló mil 668 iniciativas y dejó pendientes casi 600.
La nueva legislatura tiene la obligación de cambiar la simulación en el trabajo que ha imperado durante mucho tiempo en el Congreso del Estado.
Otro elemento fundamental es el de la transparencia y la rendición de cuentas, en cuyo caso, los 27 diputados y diputadas deberán publicar sus declaraciones fiscal, patrimonial y de intereses.
La imagen del Congreso del Estado se ha mantenido por los suelos durante años, ojalá y la nueva Legislatura no caiga más bajo.
